viernes, 13 de marzo de 2009

El Guajiro y el Supositorio

El Guajiro y el Supositorio
Herminio Huerta
Bogota, diciembre del 2008

A Yoli y Lilo
Que me empujan a escribir estos cuentos Y al Noble pueblo de Camaguey












Por allá por Florida en Camagüey vivía Honorio, campesino trabajador, noble y muy tímido, con esa inocencia que caracteriza a la mayoría del campesinado cubano. Bueno inocente entre paréntesis.
Cuando joven Honorio se enamoro de Rigoberta, su padre no quería que tuvieran relaciones pues Honorio tenía fama de jugar gallos y beber mucho, y el padre de Rigoberta decía.
-Que vas a esperar de ese borrachín gallero. Pero el amor es ciego. Rigoberta estaba tan enamorada de Honorio que decía
-Yo lo cambio papa, yo lo cambio.
Una noche y a escondida Honorio le propuso a Rigoberta huir, se irían a su bohío lejos del pueblo y allí formarían una familia. Rigoberta le dijo:
-Honorio yo lo quiero mucho pero usted con la vida que lleva no puede formar una familia.
Honorio la miro y le dijo: -Es tanto lo que yo la amo que estoy dispuesto a jurar, que nunca más tomare y dejare esta vida revuelta que llevo y me convertiré en el mejor hombre que haya pisado la tierra.
A la noche siguiente Honorio y Rigoberta tomaron la vereda que iba a piedrecitas y partieron hacia el monte, Rigoberta le preguntaba a cada rato-Donde está el bohío? Y el contestaba –Al cantío de un gallo. (En el campo el canto de un gallo se oye a kilómetros.)
Rigoberta era pueblerina por lo tanto no conocía el monte y apenas tenía 16 años. Honorio otro tanto pues su vida de jugador y parrandero lo mantenía fuera del monte, así que los dos eran nuevos por esos parajes.
Al amanecer, llegaron a un escampado. Era una explanada, rodeada de montañas, el sol comenzaba a bañar el lugar y el canto de los pajaros en los alrededores, se confundia con el sonido embelecedor del rio. Y la brisa fresca de la mañana con ese olor a cafe acabado de tostar que invade nuestros campos
Poco a poco el lugar se lleno de colores verdes, y el perfume de la yerba húmeda se confundían con el de las flores que llenaban el lugar, los dos se quedaron en silencio, como si la naturaleza los hubiera hipnotizado.
Rigoberta rompió la magia – Y la casa?
Honorio, sin mirarla y embobecido aun dijo.-La hacemos.
-Pero Honorio. Dijo ella. Donde vamos a dormir.-Esta vez Honorio volteo y dijo –La hacemos.
Pasaron la noche en un bajareque de palmas improvisado, y Honorio cumplió su palabra. Semanas después ya tenían un Bohío y después una modesta casita con jardín lleno de flores. Todo hecho con el esfuerzo de los dos, solo tenían la ayuda de el caballo donde escaparon, y con unos ahorros de la última pelea de gallos Honorio empezó su vida de ganadero, hizo una tabla de Yuca y algunos Frutales.
Pasaron los años y los dos fueron levantando aquello que se convirtió en una modesta finquita ganadera. Honorio no probó nunca más el alcohol. Ni en los días de fiesta porque eso si cuando daba su palabra, no la revocaba por nada.
Eran la pareja más querida de la zona, y aunque dios no les dio hijos, pues Rigoberta era estéril, todos los niños de la zona hacían fila para probar los dulces que ella hacía.
Y comenzaron a llamarla Mama Rigoberta.
Pasaron los años y la vida de la pareja fue madurando. Los arboles ya daban su fruto y el ganado crecía, al punto que contrataron vaqueros pues ya Honorio peinaba canas y le faltaba el empuje de los años mozos.
Rigoberta por el contrario, cada año era más fuerte y era la que llevaba la voz cantante en la pareja hace años había dejado atrás la muchachita de pueblo, claro que ella llego a la manigua siendo apenas una niña, tal vez eso fue lo que la hizo fuerte y mandona.
Un día Honorio se sintió enfermo, le dolía mucho el estomago y Rigoberta le dijo –Ya usted no es un muchacho.-Valla al médico del Pueblo.
-Pero Rigoberta, dijo Honorio, El médico esta en Florida.
-No importa yo me quedo acá y la finca no va a parar, Valla al médico.
Honorio salió de Piedrecitas rumbo a Florina a casa de medico.
Don Julián era un medico ya viejo, pero como esos médicos de pueblo muy atento y servicial.
-Que siente don, dijo el médico.
-Dolor de estomago doctor.
El médico lo reconoció y le dijo.
-Usted lo que tiene es una ingesta, le voy a mandar un medicamento que no falla y en unos días vera que ya va a estar bien.
Le hizo la receta, pero Honorio le daba pena preguntar, fue a la botica, compro el medicamento, y le dijo al Boticario –Que es?
Supositorios don, le contesto.
Una vez más la timidez de Honorio hizo presencia y no pregunto mas.
Al llegar a la finca Rigoberta preocupada le pregunto-Que te dijo el Médico?
-Que tenía una encuesta. Respondió el
-Y que es eso?
-No sé, me mando esto.
-Y como se toma?
-Tampoco se.
-Mire Honorio ahora mismo vuelve para el pueblo y le pregunta al médico.
-Pero Rigoberta…..
-Al médico y no se hable más.
Honorio partió, y al volver, venia triste y apocado.
_Que dijo? Pregunto Rigoberta.
Que lo aplicara por el recto.
-Y donde es el recto Honorio.
-No sé.
-Al pueblo y que el médico le explique, al pueblo Honorio al pueblo
-Pero Rigo...a mí me da pena, que dirá ese señor.
-No se hable más. Honorio al pueblo.
-Honorio salió y al volver otra vez la misma pregunta.
-Que le dijo el médico. Ya esta vez Rigoberta perdía la paciencia.
--Que me lo aplicara en el ano.
-Y?
-No se Rigo...Pero yo no quiero volver, porque ese hombre tiene su límite, y me da pena seguirlo molestando. Que pensara de este guajiro bruto.
-Qué pena ni que ocho cuartos. Valla y que le explique mejor.
-Una vez más Honorio partió. Esta vez se demoraba más de lo acostumbrado. Y ya casi de noche llego, venia pálido y con los ojos aguados.
-Usted ve Rigoberta, eso me pasa por hacerle caso, el médico perdió la paciencia no aguanto más.
-Por que. Que le dijo Honorio.
-Me dijo: Métaselo por el Cu……!

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