domingo, 6 de septiembre de 2009

Jose Julian Marti Perez

“La Niña de Guatemala”







Quiero, a la sombra de un ala, Contar este cuento en flor: La niña de Guatemala, La que se murió de amor. Eran de lirios los ramos, Y las orlas de reseda
Y de jazmín: la enterramos En una caja de seda....Ella dió al desmemoriado Una almohadilla de olor: El volvió, volvió casado :Ella se murió de amor. Iban cargándola en andas Obispos y embajadores: Detrás iba el pueblo en tandas, Todo cargado de flores....Ella, por volverlo a ver, Salió a verlo al mirador: El volvió con su mujer: Ella se murió de amor .Como de bronce candente Al beso de despedida Era su frente ¡la frente Que más he amado en mi vida!...Se entró de tarde en el río, La sacó muerta el doctor: Dicen que murió de frío: Yo sé que murió de amor. Allí, en la bóveda helada, La pusieron en dos bancos :Besé su mano afilada, Besé sus zapatos blancos .Callado, al oscurecer, Me llamó el enterrador:
¡Nunca más he vuelto a ver A la que murió de amor!






Si ves un Monte de Espuma




Si ves un monte de espumas, Es mi verso lo que ves: Mi verso es un monte, y esUn abanico de plumas. Mi verso es como un puñal Que por el puño echa flor: Mi verso es un surtidor Que da un agua de coral. Mi verso es de un verde claro Y de un carmín encendido :Mi verso es un ciervo herido Que busca en el monte amparo. Mi verso al valiente agrada :Mi verso, breve y sincero, Es del vigor del acero
Con que se funde la espada.






Yo Soy un Hombre Sincero



Yo soy un hombre sincero
De donde crece la palma, Y antes de morirme quiero Echar mis versos del alma. Yo vengo de todas partes, Y hacia todas partes voy : Arte soy entre las artes, En los montes, monte soy. Yo sé los nombres extraños De las yerbas y las flores, Y de mortales engaños, Y de sublimes dolores. Yo he visto en la noche oscura Llover sobre mi cabeza Los rayos de lumbre pura De la divina belleza. Alas nacer ví en los hombros De las mujeres hermosas: Y salir de los escombros, Volando las mariposas. He visto vivir a un hombre Con el puñal al costado, Sin decir jamás el nombre De aquella que lo ha matado. Rápida, como un reflejo, Dos veces ví el alma, dos: Cuando murió el pobre viejo, Cuando ella me dijo adiós. Temblé una vez - en la reja, A la entrada de la viña,-Cuando la bárbara abeja Picó en la frente a mi niña. Gocé una vez, de tal suerte Que gocé cual nunca: - cuando La sentencia de mi muerte Leyó el alcaide llorando. Oigo un suspiro, a través De las tierras y la mar, Y no es un suspiro, - es Que mi hijo va a despertar .Si dicen que del joyeroTome la joya mejor, Tomo a un amigo sincero Y pongo a un lado el amor. Yo he visto al águila heridaVolar al azul sereno, Y morir en su guarida La víbora del veneno. Yo sé bien que cuando el mundo Cede, lívido, al descanso, Sobre el silencio profundoMurmura el arroyo manso. Yo he puesto la mano osada, De horror y júbilo yerta, Sobre la estrella apagada Que cayó frente a mi puerta. Oculto en mi pecho bravo La pena que me lo hiere: El hijo de un pueblo esclavoVive por él, calla y muere. Todo es hermoso y constante, Todo es música y razón, Y todo, como el diamante, Antes que luz es carbón. Yo sé que el necio se entierra Con gran lujo y con gran llanto.-Y que no hay fruta en la tierra Como la del camposanto. Callo, y entiendo, y me quito La pompa del rimador:Cuelgo de un árbol marchito
Mi muceta de doctor.






Penas







¡Penas! ¿Quién osa decirQue tengo yo penas? Luego, Después del rayo, y del fuego,Tendré tiempo de sufrir. Yo sé de un pesar profundo Entre las penas sin nombres: ¡La esclavitud de los hombres Es la gran pena del mundo! Hay montes, y hay que subir Los montes altos; ¡despuésVeremos, alma, quién es
Quien te me ha puesto al morir!






De cara al Sol




Yo quiero salir del mundo Por la puerta natural :En un carro de hojas verdes A morir me han de llevar.No me pongan en lo oscuro A morir como un traidor:
¡Yo soy bueno, y como bueno
Moriré de cara al sol!
Yo quiero, cuando me muera
Sin patria, pero sin amo,
Tener en mi losa un ramo De flores, - ¡y una bandera!






José Martí
Nació en La Habana el 28 de enero de 1853. Escritor, orador, diplomático, periodista, poeta, revolucionario, político. . . el Apóstol de la Libertad de Cuba. Figura cumbre de la historia y la literatura cubana que vivió una corta pero intensa vida. Su pensamiento e ideas iluminaron la vida republicana de Cuba desde sus comienzos. Su oratoria y espíritu incansable fue capaz de unir a los cubanos tanto de adentro como de afuera de la Isla en la gesta libertadora que culminó con la Guerra de Independencia comenzada con el grito de Baire dado por Antonio Maceo el 24 de febrero de 1895. Presionado por intrigas y comentarios de almas bajas, en los primeros meses de la guerra, se embarcó rumbo a Cuba. En la primera batalla en que participó, montado en un brioso caballo blanco, fue herido mortalmente. Su muerte ocurrió el 19 de mayo de 1895 en Dos Ríos, en la provincia de Oriente. Su obra poética ha sido considerada como precursora del Modernismo. El espíritu y pensamiento martiano más puro lo encontramos en la colección de los Versos sencillos. Para descubrir al Martí político tenemos que acudir a sus discursos dados a las comunidades cubanas radicadas en distintas ciudades de los Estados Unidos, México, las Antillas y América Central. Obras tales como La Edad de Oro, dedicada a los niños de América nos muestran al maestro de una nueva generación, esa generación que en uno de sus más destacados discu rsos, llamó, los pinos nuevos.
EMILIO ROIG DE LEUCHSENRING






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