lunes, 10 de agosto de 2009

El Castillo embrujado de Mantilla


Agosto de 1933
Rev. Carteles.

"Con el Dictador Gerardo Machado subieron a la pequeña aeronave el ex alcalde habanero Pepito Izquierdo, los ex secretarios (ministros) Octavio Averhoff, de Hacienda, y Eugenio Molinet, de Agricultura, y los capitanes Vila y Crespo Moreno, un asesino que se pegó como una lapa al mandatario depuesto."

Entre las leyendas más conocidas en la provincia de La Habana están las referidas al local que actualmente ocupa el órgano de gobierno de ese territorio, en una colina del barrio capitalino de Mantilla.Ese lugar era el antiguo Castillo de Averhoff, una majestuosa edificación de estilo inglés, inaugurada en 1917 con un pomposo desfile de carros que nunca antes ese pobre barrio había visto, coincidente con la boda de Octavio Averhoff y Celia Sarrá.Conocido por "Coquito", Octavio fue rector de la Universidad de La Habana, y Celia era la hija del acaudalado Ernesto Sarrá, quien construyó la lujosa casona de recreo para regalársela por sus nupcias.Celia y Octavio solo iban a la residencia por temporadas y arribaban al palacete acompañados de numerosos invitados para disfrutar de las fastuosas fiestas allí organizadas.Según los vecinos de Mantilla, los festejos eran orgías con mujeres desnudas que se bañaban en una laguna artificial junto a políticos y comerciantes de renombre, embriagados con el mejor vino francés, cuyos toneles vacíos rodaban por los caminos que llevaban al Castillo.En la última planta fue asesinado el capataz Nino "Mano de Piedra", y con su muerte, dicen que por problemas de faldas, se inician las leyendas de los fantasmas.Los gritos de agonía de Nino, aseguran los habitantes de Mantilla, se escuchaban en todos los puntos de la barriada hasta tres horas después de asesinado.Las visitas de los dueños se hicieron cada día más espaciadas a partir de 1930, pues "Coquito" se convirtió en un personero de la dictadura machadista.Al caer Machado, el Castillo, símbolo de los desmanes de esa oprobiosa tiranía, resultó blanco de la ira del pueblo, mas las paredes de piedra azul quedaron en pie y así las encontró seis años después la nueva familia que la ocupó.Las leyendas e historias alrededor del Castillo, algunas espeluznantes, se incrementaron. Ello influyó que en el lugar se estableciera la 15 Estación de Caballería.De esas historias cobró auge la relativa a un orangután que estrangulaba a los prisioneros, aunque en ese sitio nunca hubo presos y el único simio fue una monita traída por los inquilinos desde Nicaragua. Durante los gobiernos de Grau, Prío y Batista fueron constantes las búsquedas, pulgada a pulgada, de túneles y pasadizos secretos que condujeran al Castillo de Atarés, de depósitos de armas y pólvora y otras evidencias de actividades subversivas.





Fuente:


Desconexion Cubana

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