sábado, 26 de septiembre de 2009

Aborigenes Cubanos. Leyendas y Espiritus



Leyendas sobre aborígenes cubanos
Por Gina Picart





Hace años unos amigos aficionados a la espeleología aborigen me contaron que, en cierta ocasión, cuando buscaban puntas de silex y otros restos arqueológicos en Topes de Collantes, entraron a una caverna para pasar la noche, y encendieron una hoguera. Uno de ellos, auténtico descendiente de taínos de la zona de Oriente, llevaba consigo una flauta indígena tallada por él mismo, y para amenizar la larga velada tocó unos acordes. Según los testimonios del grupo, la música desencadenó extraños fenómenos en el interior del recinto rocoso, y algunos de los presentes creyeron percibir la formación de extraños rostros en el humo de los leños. Observaron mejor y les parecieron perfiles de antiguos behiques, sacerdotes de los indocubanos. Todos escaparon asustados y durmieron a la intemperie.Es común que las expediciones arqueológicas o los grupos de antropólogos que realizan estudios de campo tengan muchas anécdotas que contar, entre ellas fantásticas, porque la imaginación del hombre no se detiene ni ante las puertas de la ciencia, que a menudo suele forzar.En el caso de los indocubanos, existe una riquísima tradición de leyendas y mitos que nuestros antropólogos han recogido e investigado. Vayan estas como botón de muestra:Los campesinos de la Ciénaga de Zapata evitan entrar en ciertas cuevas de esa zona porque creen que algunas están habitadas por espíritus de indios que las protegen. Es un hecho rigurosamente demostrado por la Historia y los cronistas de Indias que muchos aborígenes cubanos se refugiaban en lo profundo de las cavernas para huir de la persecución de los encomenderos, quienes les daban feroz caza para esclavizarlos. Para hacer salir a sus presas, las asfixiaban quemando ramaje seco a la entrada de la cueva. Muchos indios, por el horror que sentían de ser esclavos, preferían dejarse morir adentro.Entre los religiosos cubanos practicantes de creencias no derivadas de la iglesia católica, está muy arraigada la idea de que los espíritus de los aborígenes cubanos masacrados por los españoles siguen en el éter y se comunican con los médiums de los cordones espiritistas actuales; estos espíritus son sabios y velan por la isla y por sus pobladores a través de vínculos en ocasiones individuales. De este modo, los aborígenes cubanos, que denominaban opías a los espíritus de sus muertos son, a su vez, opías ellos mismos.Matanzas es una región en la que florecen los mitos y leyendas sobre la aparición de espectros taínos y siboneyes. Una de ellas es la leyenda de la bella Aipirí, madre de dos bellos niños a los que cada noche abandonaba para dedicarse a fiestas y jolgorios. Cabuya, genio del mal, cansado de escuchar los lloros de los bebés, los transformó en los arbustos venenosos llamados guao, que provocan en quien se roza con ellos inflamaciones tóxicas y de los que se dice que hasta su sombra es capaz de envenenar a hombres y animales. No contento con lo hecho a los pequeños, Mabuya quiso extender su castigo a Aipirí, a la cual transformó en la extraña sombría mariposa negra que se conoce en Cuba con el nombre aborigen de Tatagua.La viajera sueca Fredrika Bremen recoge en sus diarios de viaje a través de la isla la leyenda del río Yumurí, explicando su nombre por el de un joven cacique enamorado de una princesa destinada a casarse con otro jefe. Avisado de laboa por un esclavo de ella, Yumur´acudió entre las sombras de la noche pilotando su canoa. Se proponía raptar a su amada en medio de la ceremonia de boda; y así lo hizo, siendo los dos perseguidos por los soldados hasta que tuvieron que lanzarse al agua. El río estaba sembrado de mangles que sostuvieron un tiempo a la pareja abrazada, pero al final se hundieron en el suelo pantanoso, tumba definitiva de sus aciagos amores.Pero la isla entera es reservorio de estas leyendas, y desde San Antonio a Maisí está llena de ceibas de las que en medio de la noche brotan indios muertos que interpelan al caminante extraviado comunicándole peticiones y deseos que la muerte les impidió cumplimentar.El hecho de que los siglos transcurridos desde la desaparición de nuestros aborígenes y la asimilación de otras culturas foráneas hayan convertido a la isla de Cuba en una nación totalmente occidental, debiera inclinar a suponer que la memoria de nuestros primeros habitantes estaría ya totalmente borrada, pero en realidad es todo lo contrario: los taínos y siboneyes han permanecido vivos en el imaginario religioso del pueblo, y las ricas investigaciones llevadas a cabo por los antropólogos nativos han reavivado la presencia de este pueblo aparentemente extinto, que ocupa su lugar indesplazable dentro de la identidad cultural de nuestro país

1 comentarios:

hechizos dijo...

Creo que debemos ser prudentes con los espíritus, por que así como las personas somos confiables y desconfiables, lo mismo los espíritus también son seres humanos sin materia confiables y desconfiables.
Por las dudas, mejor hacer algo mas edificante.
Gracias.

 
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