jueves, 20 de agosto de 2009

La Rumba




La rumba

Raúl Martínez Rodríguez


La rumba cubana, compuesta por toques, cantos, bailes y pantomima surgió durante el colonialismo español mientras se producía la expansión azucarera. Es una de nuestras manifestaciones musicales de mayor prestigio folclórico y popular, que se extiende hacia otras naciones. Sus principales protagonistas fueron los negros libres y sus descendientes, pertenecientes a distintas étnicas africanas como la lucumí, ganga, arará y quizás la más significativa de todas: la gangá-bantú. De ellas se tienen referencias históricas asociadas a esta música bailada desde los siglos XVIII y XIX en sitios como barracones, dotaciones, en los campos y zonas suburbanas como bateyes y caseríos cercanos a los ingenios o fábricas de azúcar. Los hombres realizaban danzas pugilísticas atribuidas a los congos conocidas como “baile de maní”, las cuales pudieran considerarse como rumbas muy primitivas. Esta variante se identificaría más tarde con el nombre de columbia. Las mismas eran acompañadas por un conjunto de tres tambores profanos, muy primitivos y conocidos como de yuca, los cuales se percutían con algunas especies de agogos de metales o guatacas. También existían otras danzas en parejas muy eróticas nombradas de macuta o de yuka las que posiblemente fueron la base de otros estilos de la rumba como el antiguo yambú y el actual guaguancó de carácter más urbano. En los cabildos negros organizados en las ciudades o pueblos se efectuaban rumbas que eran sinónimo de fiesta, donde no solo se bailaba y cantaba, sino que también se ingería alimentos y bebidas alcohólicas, o se hacía bajar un oricha (deidad) para que participara profanamente en la fiesta.
La rumba, generalmente, tiene un carácter improvisado. Cuando no existían los instrumentos musicales que hoy conocemos en los conjuntos de rumba, sus intérpretes se hacían acompañar por cualquier medio sonoro percutido. Los tocadores creaban una compleja y alegre polirritmia, que era la base acompañante para los bailes, cantos y estribillos, los cuales se mezclaban con los golpes de un pequeño tambor rudimentario profano, de origen africano. Los toques de este instrumento acentuaban el ritmo y con frecuencia en medio de la fiesta, eran confiscados racialmente por las autoridades españolas.
La célula rítmica de la rumba es fundamentalmente de procedencia africana, y lo español está dado en el lalaleo, llorao o diana, lo que parece ser que viene del canto andaluz para levantar el canto.
Como en el baile de pareja guaguancó, la letra puede ser picaresca, satírica o canto de puya, unida con una melodía rítmicamente compleja. La hembra baila con coquetería imitando con la cintura el movimiento gracioso de una gallina; y el hombre, a un gallo o palomo, tratando de seducirla y poseerla simbólicamente en un descuido con el llamado vacunao o abrochao (movimiento pélvico de su cintura hacia el sexo de ella, de lo cual ella siempre se cuida).
Se dice que la variante conocida por columbia de origen campesino nació en el antiguo caserío conocido de ese modo en la provincia de Matanzas, en la cual se tiene referencia desde 1880, especialmente en la zona de Sabanilla, Unión de Reyes y Colón. La misma es bailada y cantada por un hombre solo aunque se dice de mujeres como Andrea Baró y Justa Chumbele fueron excelentes intérpretes de este singular modo. Dentro de los hombres se destacaron Celestino Domenech y el legendario José Rosario Oviedo, más conocido por “Malanga”, del pueblo de Unión de Reyes; Esteban Lantrí “Saldiguera”, en la ciudad de Matanzas; y el famoso José Luciano “Chano” Pozo, de La Habana. En estas formas de hacer rumba se levanta el canto con una diana a manera de llorao o lalaleo en el texto, y se acompaña con tambores, cajones, el parche del fondo de un taburete, claves (hechas de “madera de corazón”), una guataca o cualquier hierro. Tiene una línea melódica y letra muy breve llena de vocablos africanos. Su baile es muy ágil, fuerte y viril, donde el bailador demuestra sus habilidades acrobáticas, entre las que se destacan llevar un vaso de ron o agua en la cabeza, tener en las manos peligrosamente unos machetes y en los pies cuchillos a manera de espuelas de gallo. En la rumba, en general, existen varias figuras mímicas e infinidad de figurados rítmicos de origen africano y español que los negros criollos genialmente han procesado musicalmente en toda nuestra isla.
La rumba en el campo se hizo muy conocida desde finales del siglo XIX en Matanzas, La Habana, y en otras zonas como Ciego de Ávila, Florida y Morón en la provincia de Camagüey. Su traslado hacia las últimas zonas citadas se realizaba con frecuencia por la visita de los propios rumberos matanceros.
El estilo conocido como guaguancó tiene como antecesor a la antigua rumba de viejos urbanos conocida como yambú. La rumba más actual conocida como guaguancó surgió en ciudades y pueblos, y en barrios muy humildes y marginales. Tiene una línea melódica y texto mucho más elaborado que el resto de las variantes. La primera parte se canta generalmente a dúo (a la manera de los famosos cantadores matanceros Virulilla y Saldiguera) y se acompaña con un grupo de percusión y medios sonoros como un simple costado de un escaparate, cajones donde venían las velas o el bacalao, cucharas o la botella de aguardiente que se estaba bebiendo. Con los años se fue organizando un conjunto con sus variantes de tres tambores (conga, tumba y quinto o requinto), las claves, güirito, maruga y güiritas de metal o cimarronas (en las muñecas de los tocadores) y un cata, (de madera o de caña brava) y cantantes.
Al igual que en Matanzas, en barrios habaneros como Pueblo Nuevo, Carraguao —del Cerro—, Belén —de La Habana más antigua—, aparecen rumberos muy prestigiosos como Agustín Gutiérrez, Elías Aróstegui, Tomás Erisa, José Luciano Pozo, Ignacio Piñeiro, Silvestre Méndez, Mario Alán, Gonzalo Asencio Hernandez “El Tío Ton”, Calixto Cayava, Pancho Quinto, y de Matanzas Florencio Calle, Juan Bosco Mesa, y gran Chachá, entre otros. Entre las sociedades más importantes podemos destacar dos agrupaciones de rumberos rivales como Los Roncos y El Paso Franco, de los barrios de Pueblo Nuevo y El Cerro, (Carraguao) en La Habana. También existían otros como los nombrados El Lugareño, de Jesús María, El Triunfante, y Los Rápidos Fiñes (de niños) de Belén. En Matanzas se recuerdan otros como La Sorpresa, Los Marinos y el Bando Azul. Existen otras rumberas históricas destacadas en el teatro, cabaret y cines como María Antonieta Pons, Ninón Sevilla, Rosa Carmina, Amelita Vargas, Ana Gloria Varona y otras, las cuales son mitos en la cultura popular en nuestra América hispana. Agrupaciones de sones legendarias como el Conjunto de Arsenio Rodríguez, Chapottin y sus Estrellas de Chocolate e intérpretes vocales afamados como María Teresa Vera, Celeste Mendoza, Orestes Macías y el actual Paulito FG se mueven dentro de la atmósfera de la rumba en sus actuaciones y canciones. En el pasado y en la actualidad existieron y existen grupos de rumberos muy prestigiosos internacionalmente como los de Chano Pozo, Los Muñequitos de Matanzas, el Grupo Lulú Yorkori de Alberto Zaya, con el cantante Roberto Maza “El vive bien”, Papín y sus rumberos, Los Papines, Carlos Embale, Yoruba Aldabo, con Johanis García, Clave y Guaguancó, Amado Desdeu, Gregorio Hernández “El Goyo” y su Grupo Afrocuba de Matanzas, Tata Güines y Pello el Afrokán, entre otros muchos, que con sus grabaciones y presentaciones personales en distintas partes de Cuba y del mundo han dado a conocer lo más auténtico de la rumba cubana.


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