El Desertor.
Herminio Huerta.
Bogotá 23/12/2008.
A mi Abuelo.
En mi barrio por allá por el 1926, vivía un anciano misterioso de pocos amigos. Había llegado a Cuba de Andalucía (Armería), Acompañado de su hermano y enrolado en el ejército Español.
El hermano Vicente era oficial de Caballería, el. Francisco era infante los dos eran famosos por su alegría característica de su tierra era el año de 1895, en plena guerra a los dos los designaron a Santiago de Cuba, poco después fueron separados y Vicente con su regimiento partió hacia Yara, Francisco fue destacado a Jimaguayu.
Muchos combates tuvo Vicente pero le preocupaba su hermano. Un día es designado con su tropa a Jimaguayu, lo primero fue ir al regimiento a ver al hermano pero allí le informaron que había desertado y no se sabía de su paradero. Vicente se preguntaba. –Por que Francisco había actuado así, el sabía que no era cobarde.
La guerra continuo y Vicente fue destacado en Matanzas, allí conoció a una joven matancera Lugarda, la vida de guarnición lo hizo madurar y pensar que esa guerra estaba perdida pues el ejercito mambí cada vez era más fuerte ya el General Maceo andaba por Pinar del Rio, Serafín Sánchez en las Villas Junto a Máximo Gómez, la isla era un hervidero de independencia y el ejército Español cada vez estaba más diezmado.
No podía olvidar a su hermano y cada vez que llegaban heridos al hospital corría para ver si encontraba a Francisco. Todo era en vano, nadie lo conocía ni sabía de él.
Un día se entera de que habían llegado soldados del regimiento Sevilla en el cual estaba su hermano, corrió y pregunto por él, un soldado lo miro y dijo. –Yo lo conocía.
-Que sabes del? Pregunto.
-Nada, estábamos en la trocha y los mambises atacaron, aquello fue un infierno, en la mañana los que quedamos vivos recogimos a los heridos, enterramos a los muertos. Pero su hermano desapareció y de usted no preguntaba mas por él, porque o deserto o huyo como un cobarde.
Vicente no podía ocultar su tristeza dando por muerto a Francisco. Los años pasaron y llego el fin de la guerra era el 1898. Las tropas peninsulares comenzaron a evacuar la Isla y por un decreto del Generalísimo Máximo Gómez en el cual se exponía. “No hay vencedores ni vencidos”. Los españoles que quieran quedarse en Cuba gozaran de todos los derechos como cualquier ciudadano libre.
Vicente se acogió a aquel decreto y se desmovilizo, se caso con Lugarda formando una familia, con el dinero de la desmovilización, se traslado a Carlos Rojas monto una barbería. En la pared colgaba su sable, los clientes le decían jocosamente. - Vicente eso es por si empieza otra vez la Guerra a lo cual el respondía. –No eso es para recordarme que no debe de empezar nunca.
Vicente murió en Matanzas padecía una enfermedad y secuelas de heridas que sufrió durante la guerra pero nunca olvido a su hermano Francisco, en las noches lloraba callado sin que nadie lo viera, el decía.- Un soldado no llora y con esos principio educo a sus hijos.
La Habana año 1926. Francisco habita una pieza en el vedado, trabaja de plomero y es muy querido en el barrio pero es de pocas palabras. De su pasado nadie sabe solo que un día se mudo al barrio, que llego del interior al acabarse la guerra, siempre las chismosas del barrio lo interrogaban para saber quien era ese misterioso hombre y lo único que pudieron averiguar era que se llamaba Francisco, que había llegado de España y que tenía un hermano que había muerto en la guerra según le habían dicho unos soldados.
Los comentarios en el barrio no paraban. Este hombre emigrante solo sin familia y pobre. Porque era tan callado ni siquiera decía de que parte de España era, ni su apellido sabían solo era Francisco.
Decididamente este hombre no tenia pasado.
Así transcurrió el tiempo entre los chismes del barrio y la intriga por este misterioso señor.
Era una mañana hermosa, con los primeros rayos del sol el barrio se llenaba de ese olor que no faltaba e invadía toda la habana, nuestro café acabado de colar!
Todo el barrio se extraño al no ver como todas las mañanas a Francisco tomar café en la panadería del barrio. De pronto Eulalia la señora que le tenía la pieza arrendada a Francisco Grito. –Francisco murió…. Todo el barrio quedo mudo. Juanito el dependiente de la cafetería el cual sentía mucho cariño por Francisco corrió a la habitación, forzó la puerta y allí estaba Francisco, acostado en su rostro todavía había una lágrima que una vecina seco con un pañuelito. Junto a él. Una Bandera Cubana doblada meticulosamente. Un sable militar y un Revolver con sus seis balas en el tambor, ambas armas estaban impecablemente limpias.
Juanito vio dos cartas ya amarillas por el tiempo, las tomo en sus manos y leyó en voz alta a todos los vecinos y curiosos que se encontraban en el inquilinato:
“Campamento del Ejercito Libertador. Central Narcisa Departamento de las Villas. Al general Bartolomé Maso:
Mi General, le recomiendo reciba usted al Capitán del ejercito Libertador Francisco Torres. Hombre de probado valor y entereza, el cual será muy útil en la comandancia de su tropa.
Puede confiar en él y no escatime en asignarle cualquier misión por peligrosa que sea ya que su valor ha sido probado atravez de la campaña en el Oriente.
De usted afectuosamente.
Generalísimo. Máximo Gomes Báez. Comandante en jefe del ejército Libertador Cubano.
Todos los vecinos quedaron mudos, un silencio invadió todo el inquilinato. De pronto Eulalia dijo.
-La otra, Juanito lee la otra carta.
Juanito empezó:
Santi Espíritu 11 de Marzo de 1897
Vicente:
Yo no soy un Traidor. Tu sabes lo que hemos hecho sufrir a este noble pueblo con esta guerra injusta, este pueblo merece su libertad por eso decidí unirme al ejercito mambí y dar mi vida si es necesario por la libertad de Cuba.
Todos los días le ruego a dios cuando entro en combate, que tu no estés en el campo de batalla siento miedo al ver las tropas Españolas y pensando que te puedo matar.
Hermano aunque nuestros ideales son encontrados yo te quiero y ruego al señor te cuides y llegues vivo hasta el final de esta guerra…….
Capitán: Francisco Torres Díaz, uno de los tantos Mambises ignorados de nuestra Patria.
Herminio Huerta.
Bogotá 23/12/2008.
A mi Abuelo.
En mi barrio por allá por el 1926, vivía un anciano misterioso de pocos amigos. Había llegado a Cuba de Andalucía (Armería), Acompañado de su hermano y enrolado en el ejército Español.
El hermano Vicente era oficial de Caballería, el. Francisco era infante los dos eran famosos por su alegría característica de su tierra era el año de 1895, en plena guerra a los dos los designaron a Santiago de Cuba, poco después fueron separados y Vicente con su regimiento partió hacia Yara, Francisco fue destacado a Jimaguayu.
Muchos combates tuvo Vicente pero le preocupaba su hermano. Un día es designado con su tropa a Jimaguayu, lo primero fue ir al regimiento a ver al hermano pero allí le informaron que había desertado y no se sabía de su paradero. Vicente se preguntaba. –Por que Francisco había actuado así, el sabía que no era cobarde.
La guerra continuo y Vicente fue destacado en Matanzas, allí conoció a una joven matancera Lugarda, la vida de guarnición lo hizo madurar y pensar que esa guerra estaba perdida pues el ejercito mambí cada vez era más fuerte ya el General Maceo andaba por Pinar del Rio, Serafín Sánchez en las Villas Junto a Máximo Gómez, la isla era un hervidero de independencia y el ejército Español cada vez estaba más diezmado.
No podía olvidar a su hermano y cada vez que llegaban heridos al hospital corría para ver si encontraba a Francisco. Todo era en vano, nadie lo conocía ni sabía de él.
Un día se entera de que habían llegado soldados del regimiento Sevilla en el cual estaba su hermano, corrió y pregunto por él, un soldado lo miro y dijo. –Yo lo conocía.
-Que sabes del? Pregunto.
-Nada, estábamos en la trocha y los mambises atacaron, aquello fue un infierno, en la mañana los que quedamos vivos recogimos a los heridos, enterramos a los muertos. Pero su hermano desapareció y de usted no preguntaba mas por él, porque o deserto o huyo como un cobarde.
Vicente no podía ocultar su tristeza dando por muerto a Francisco. Los años pasaron y llego el fin de la guerra era el 1898. Las tropas peninsulares comenzaron a evacuar la Isla y por un decreto del Generalísimo Máximo Gómez en el cual se exponía. “No hay vencedores ni vencidos”. Los españoles que quieran quedarse en Cuba gozaran de todos los derechos como cualquier ciudadano libre.
Vicente se acogió a aquel decreto y se desmovilizo, se caso con Lugarda formando una familia, con el dinero de la desmovilización, se traslado a Carlos Rojas monto una barbería. En la pared colgaba su sable, los clientes le decían jocosamente. - Vicente eso es por si empieza otra vez la Guerra a lo cual el respondía. –No eso es para recordarme que no debe de empezar nunca.
Vicente murió en Matanzas padecía una enfermedad y secuelas de heridas que sufrió durante la guerra pero nunca olvido a su hermano Francisco, en las noches lloraba callado sin que nadie lo viera, el decía.- Un soldado no llora y con esos principio educo a sus hijos.
La Habana año 1926. Francisco habita una pieza en el vedado, trabaja de plomero y es muy querido en el barrio pero es de pocas palabras. De su pasado nadie sabe solo que un día se mudo al barrio, que llego del interior al acabarse la guerra, siempre las chismosas del barrio lo interrogaban para saber quien era ese misterioso hombre y lo único que pudieron averiguar era que se llamaba Francisco, que había llegado de España y que tenía un hermano que había muerto en la guerra según le habían dicho unos soldados.
Los comentarios en el barrio no paraban. Este hombre emigrante solo sin familia y pobre. Porque era tan callado ni siquiera decía de que parte de España era, ni su apellido sabían solo era Francisco.
Decididamente este hombre no tenia pasado.
Así transcurrió el tiempo entre los chismes del barrio y la intriga por este misterioso señor.
Era una mañana hermosa, con los primeros rayos del sol el barrio se llenaba de ese olor que no faltaba e invadía toda la habana, nuestro café acabado de colar!
Todo el barrio se extraño al no ver como todas las mañanas a Francisco tomar café en la panadería del barrio. De pronto Eulalia la señora que le tenía la pieza arrendada a Francisco Grito. –Francisco murió…. Todo el barrio quedo mudo. Juanito el dependiente de la cafetería el cual sentía mucho cariño por Francisco corrió a la habitación, forzó la puerta y allí estaba Francisco, acostado en su rostro todavía había una lágrima que una vecina seco con un pañuelito. Junto a él. Una Bandera Cubana doblada meticulosamente. Un sable militar y un Revolver con sus seis balas en el tambor, ambas armas estaban impecablemente limpias.
Juanito vio dos cartas ya amarillas por el tiempo, las tomo en sus manos y leyó en voz alta a todos los vecinos y curiosos que se encontraban en el inquilinato:
“Campamento del Ejercito Libertador. Central Narcisa Departamento de las Villas. Al general Bartolomé Maso:
Mi General, le recomiendo reciba usted al Capitán del ejercito Libertador Francisco Torres. Hombre de probado valor y entereza, el cual será muy útil en la comandancia de su tropa.
Puede confiar en él y no escatime en asignarle cualquier misión por peligrosa que sea ya que su valor ha sido probado atravez de la campaña en el Oriente.
De usted afectuosamente.
Generalísimo. Máximo Gomes Báez. Comandante en jefe del ejército Libertador Cubano.
Todos los vecinos quedaron mudos, un silencio invadió todo el inquilinato. De pronto Eulalia dijo.
-La otra, Juanito lee la otra carta.
Juanito empezó:
Santi Espíritu 11 de Marzo de 1897
Vicente:
Yo no soy un Traidor. Tu sabes lo que hemos hecho sufrir a este noble pueblo con esta guerra injusta, este pueblo merece su libertad por eso decidí unirme al ejercito mambí y dar mi vida si es necesario por la libertad de Cuba.
Todos los días le ruego a dios cuando entro en combate, que tu no estés en el campo de batalla siento miedo al ver las tropas Españolas y pensando que te puedo matar.
Hermano aunque nuestros ideales son encontrados yo te quiero y ruego al señor te cuides y llegues vivo hasta el final de esta guerra…….
Capitán: Francisco Torres Díaz, uno de los tantos Mambises ignorados de nuestra Patria.
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