Juan Cristóbal Nápoles Fajardo (El Cucalambé) nació un primero de Julio de 1829 en Las Tunas, en el oriente de Cuba. Procede de una familia de blancos ricos y dueños de tierras.
La familia poseía un ingenio, El Cornito, que hoy mantiene sus raíces históricas en las afueras de la ciudad, convertido en un campestre motel donde el bambú se mezcla con la trova siboneísta legada por el bardo.
Los padres de Juan Cristóbal, Manuel Agustín Nápoles Estrada y Antonia María Fajardo, tuvieron otros hijos: Manuel , Antonio José (también poeta), Antonia, Ismaela, Manuela, Ana Gertrudis y María de la Concepción Cleofas, sin contar otro indefinido número que tuvo el padre con esclavas de su propiedad.
Educado por su abuelo materno, éste le dio a conocer los autores clásicos y los poemas de Zequiera y Rubalcava; su hermano Manuel lo inició en los caminos de la poética y la retórica.
El Cucalambé dio a conocer sus décimas en el FANAL, en mil 845, en Puerto Príncipe, hoy Camagüey. Con proclamas y décimas tomó parte en la conspiración de Agüero en mil 851 y en otras posteriores.
Colaboró con La Piragua, órgano del grupo siboneyista.
Desde pequeño dio señales de tener aptitudes superiores al resto de sus hermanos poetas. En 1856 ya escribe su libro "Rumores del Hórmigo", un clásico de la poesía cubana, al tiempo que también incursiona el mundo del teatro y deja, en 1859, "Consecuencias de una falta", que tuvo éxitos en las tablas de la época en las provincias de Santiago de Cuba y Camagüey.
El criollismo y siboneyismo de Nápoles Fajardo, como en otros autores, son vertientes de una poesía de afirmación nacionalista.
En compañía de su familia se trasladó a Santiago de Cuba, donde continuó su quehacer literario; su precaria situación financiera, lo obliga a aceptar del gobierno colonial español, el cargo de pagador de Obras Públicas.
Desapareció a los treinta años, sin dejar huellas. Este hecho ha recibido diversas interpretaciones, ninguna de las cuales ha tenido la necesaria confirmación, aunque se cree en la posibilidad del suicidio.
Fue El Cucalambé uno de los más genuinos autores de la décima campesina de Cuba, popular e ilustrada a la vez.
La familia poseía un ingenio, El Cornito, que hoy mantiene sus raíces históricas en las afueras de la ciudad, convertido en un campestre motel donde el bambú se mezcla con la trova siboneísta legada por el bardo.
Los padres de Juan Cristóbal, Manuel Agustín Nápoles Estrada y Antonia María Fajardo, tuvieron otros hijos: Manuel , Antonio José (también poeta), Antonia, Ismaela, Manuela, Ana Gertrudis y María de la Concepción Cleofas, sin contar otro indefinido número que tuvo el padre con esclavas de su propiedad.
Educado por su abuelo materno, éste le dio a conocer los autores clásicos y los poemas de Zequiera y Rubalcava; su hermano Manuel lo inició en los caminos de la poética y la retórica.
El Cucalambé dio a conocer sus décimas en el FANAL, en mil 845, en Puerto Príncipe, hoy Camagüey. Con proclamas y décimas tomó parte en la conspiración de Agüero en mil 851 y en otras posteriores.
Colaboró con La Piragua, órgano del grupo siboneyista.
Desde pequeño dio señales de tener aptitudes superiores al resto de sus hermanos poetas. En 1856 ya escribe su libro "Rumores del Hórmigo", un clásico de la poesía cubana, al tiempo que también incursiona el mundo del teatro y deja, en 1859, "Consecuencias de una falta", que tuvo éxitos en las tablas de la época en las provincias de Santiago de Cuba y Camagüey.
El criollismo y siboneyismo de Nápoles Fajardo, como en otros autores, son vertientes de una poesía de afirmación nacionalista.
En compañía de su familia se trasladó a Santiago de Cuba, donde continuó su quehacer literario; su precaria situación financiera, lo obliga a aceptar del gobierno colonial español, el cargo de pagador de Obras Públicas.
Desapareció a los treinta años, sin dejar huellas. Este hecho ha recibido diversas interpretaciones, ninguna de las cuales ha tenido la necesaria confirmación, aunque se cree en la posibilidad del suicidio.
Fue El Cucalambé uno de los más genuinos autores de la décima campesina de Cuba, popular e ilustrada a la vez.
Hatuey y Guarina
Con un cocuyo en la mano
Y un gran tabaco en la boca,
Un indio desde una roca
Miraba el cielo cubano.
La noche, el monte y el llano
Con su negro manto viste,
Del viento al ligero embiste
Tiemblan del monte las brumas,
Y susurran las yagrumas
Mientras el suspira triste.
Lleva en la frente un plumaje
Lleva en la frente un plumaje
Morado como el cohombro,
Y el arco que tiene al hombro
Es de un vástago de aicuje.
Aunque es un pobre salvaje
Y angustia cruel lo sofoca
Desde aquella esbelta roca
Donde gime sin consuelo,
Los ojos fija en el cielo
Y a Dios en su ayuda invoca.
Oye el rumor de los vientos
Oye el rumor de los vientos
En los atejes erguidos,
Oye muy fuertes crujidos
De los cedros corpulentos:
Oye los tristes acentos
Del guabairo en el corojo,
Y mientras su acervo enojo
Reprime con gran valor,
Siente a sus pies el rumor
De las aguas del Cayojo.
Un silbido se escapó De sus labios, y al momento,Con pausado movimiento Una indiana apareció.
Un silbido se escapó De sus labios, y al momento,Con pausado movimiento Una indiana apareció.
Cuando a la roca subió El indio ante ella se inclina, Fue su frente peregrina El imán de su embeleso,Oyóse el rumor de un beso Y la dijo:
-“ ¡Adiós, Guarina!”
-“ ¡ Oh! no, mi bien, no te vayas,Dijo ella entre mil congojas,Que tiemblo como las hojas De las altas siguarayas.
-“ ¡ Oh! no, mi bien, no te vayas,Dijo ella entre mil congojas,Que tiemblo como las hojas De las altas siguarayas.
Si abandonas estas playas Si te separas de mí,Lloraré angustiada aquí
Cuando tu nombre recuerde
Como el pitirre que pierde
Su nombre en el ponasí.
“¿ Qué será de tu Guarina
“¿ Qué será de tu Guarina
Sin tu amor, sin tu ternura?Flor del guaco en la espesura,Palma triste en la colina,Garza herida por la espina
Del yamaquey en la rama
Y cual la triste caguama
Que a los esteros se zumba,Lloraré y será mi tumba,La Ciénaga de Virama.”
Oyó el indio enternecido Tan triste lamentación,Palpitó su corazón
Oyó el indio enternecido Tan triste lamentación,Palpitó su corazón
Y se sintió conmovido.
Ahogó en su pecho un gemido La viramesa infelice,Y el indio que la bendice
Y más que nunca la adora
Las blancas perlas que llora
Enjuga tierno y le dice:
- “ ¡ Oh, Guarina! Ya revive Mi provincia noble y bella,
- “ ¡ Oh, Guarina! Ya revive Mi provincia noble y bella,
Y pisar no debe en ellaNingún infame caribe.
Tu ardiente amor no me prive,Mi Guarina, de ir allá,Latiendo mi pecho está
Y mis sentidos se inflaman,Porque a su lado me llamanLos indios de Guapajá.
Yo soy Hatuey, indio libreSobre tu tierra bendita,Como el caguayo que habita
Yo soy Hatuey, indio libreSobre tu tierra bendita,Como el caguayo que habita
Debajo del ajenjibre.
Deja que de nuevo vibre
Mi voz allá entre mi grey,Que resuene en mi batey
El dulce son de mi guamo Y acudan a mi reclamo
Y sepan que aún vive Hatuey.
¡ Oh, Guarina! ¡Guerra, guerraContra esa perversa raza,Que hoy incendiar amenazaMi fértil y virgen tierra!
¡ Oh, Guarina! ¡Guerra, guerraContra esa perversa raza,Que hoy incendiar amenazaMi fértil y virgen tierra!
En el llano y en la sierra
En los montes y sabanas
Esas huestes caribanas
Sepan al quedar deshechas,Lo que valen nuestras flechas,Lo que son nuestras macanas.
Tolera y sufre, bien mío,De tu fortuna el azar,Pues también sufro al dejar
Tolera y sufre, bien mío,De tu fortuna el azar,Pues también sufro al dejar
Las riberas de tu río
Siento dejar tu bohío,
Silvestres flor de Virama,
Y aunque mi pecho te ama,Tengo que ser ¡ oh dolor!Sordo a la voz del amor,Porque la Patria me llama.”
Así dice aquel valienteLlora, suspira, se inclina,
Así dice aquel valienteLlora, suspira, se inclina,
Y a su preciosa Guarina,
Dio un beso en la tersa frente.
Beso de amor, beso ardiente,Sublime, sonoro y blando.
Beso de amor, beso ardiente,Sublime, sonoro y blando.
Y ella con otro pagando
De su amante la terneza,
Alzó la negra cabezaY le dijo sollozando:
-“ Vete, pues, noble cacique,Vete, valiente señor,Pues no quiero que mi amorA tu Patria perjudique;Mas deja que te suplique,Como humilde esclava ahora,Que si en vencer no demoraTu valor, acá te vuelvas,Porque en estas verdes selvas Guarina vive y te adora.”
-“ ¡ Sí! Volveré, ¡indiana mía!”,El indio le contestó,Y otro beso le imprimió
-“ Vete, pues, noble cacique,Vete, valiente señor,Pues no quiero que mi amorA tu Patria perjudique;Mas deja que te suplique,Como humilde esclava ahora,Que si en vencer no demoraTu valor, acá te vuelvas,Porque en estas verdes selvas Guarina vive y te adora.”
-“ ¡ Sí! Volveré, ¡indiana mía!”,El indio le contestó,Y otro beso le imprimió
Con dulce melancolía
De ella al punto se desvía.Marcha en busca de su grey,Y cedro, palma y jagüeyRepiten en la colina,
El triste adiós de Guarina,
El dulce beso de Hatuey
1 comentarios:
Fue un gran autor en su época y lo sigue siendo en la actualidad,aunque aun me desconcierta como una persona tan brillante y talentosa pueda tener un final tan lugubre.
Publicar un comentario