miércoles, 14 de enero de 2009

La Torre Iznaga




Torre Iznaga, símbolo cultural e histórico de Trinidad
Por Lídice Valenzuela







Trinidad, en la parte sur del país, exhibe en su Valle de los Ingenios la famosa torre Iznaga que, construida hace 155 años, ha sido apodada como la torre cubana de Pissa.
Pero no. El valle y la torre cuentan una historia muy diferente a la de la atalaya italiana.
La Santísima Trinidad, una de las siete primeras villas fundadas por España, con una historia de más de cuatro centurias, tiene en el Valle de los Ingenios y su torre Iznaga a perennes centinelas de un pasado donde se mezclaron las industrias del azúcar y la esclavitud.
Considerada un tesoro histórico, declarada Monumento Nacional en 1978, la Torre perteneciente al ingenio Manacas-Iznaga, fue construida en torno a 1816. Con una altura de 45 metros distribuidos en siete pisos o niveles, desde la atalaya se divisaban las plantaciones de caña y el brutal trabajo de los esclavos que sembraban y cosechaban a sus pies.
Devenida símbolo de la arquitectura colonial, la torre sorprende por su estructura, de piedra, ladrillo y metal, coronada por un campanario.
En lo alto de la vigía está instalada una campana que avisaba del inicio y el fin de la faena esclava, así como la obligatoria oración a la Santísima Virgen en la mañana, al mediodía y en la tarde.
Mirador inigualable, con 184 escalones, desde donde se puede observar todo el valle, los esclavistas observaban el ir y venir de los africanos y avisar en caso de que alguno quisiera escapar del yugo de la colonia.
Empero, con el tiempo, la torre Iznaga se convirtió en sinónimo de leyenda.
La más conocida cuenta que fue creada debido a un lance amoroso entre los hermanos Pedro y Alejo Iznaga, ricos hacendados y dueños de plantaciones de azúcar.
Según se cuenta, los parientes se enamoraron de la misma joven y decidieron jugarse su amor mediante la construcción de una obra cuya magnitud definiría al victorioso.
Alejo levantó la torre de 45 metros, mientras Pedro perforó un pozo de 28 metros de profundidad, que hasta ahora utilizan los pobladores del valle.
Siempre relacionadas con el amor, otra de las leyendas vincula la obra con el comportamiento infiel de la esposa de Alejo, quien ordenó la ejecución de la monumental obra para encerrarla allí de por vida.
Sea cual fuera el motivo, la esbelta torre, ahora un poco inclinida por los años, es uno de los atractivos que ofrece Trinidad a sus miles de visitantes, tanto cubanos como extranjeros, que van en busca del conocimiento histórico y la arquitectura de una época que llegó, en todo su esplendor, hasta nuestros días.

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