Una de las esquinas más famosas de La Habana es la de Prado y Neptuno, inmortalizada en el famoso chachachá La Engañadora; creado por el Maestro Enrique Jorrín, músico y compositor que, en 1953, dirigía la popular orquesta América.Pero aunque así no fuera, la intersección tiene ganado, por derecho propio, un lugar entre las intersecciones más famosas de la capital cubana.En Prado y Neptuno coinciden hoteles, restaurantes, tiendas y, en especial, grupos de personas que conversan, pasean, y dejan pasar el tiempo en las legendarias calles habaneras.Uno de los edificios más antiguos de La Habana está situado en esa dirección: el hotel Telégrafo, que en 1860 fuera inaugurado en la calle Amistad; y luego, en 1899, trasladado hasta su actual ubicación. En 1911 fue reconstruido y era considerado entonces entre los más modernos de La Habana.Pero quizás lo que más fama ha dado a la famosa esquina habanera, donde se ubican también el restaurante Caracas y el hotel Parque Central, es el rítmico chachachá La Engañadora, que ha dado la vuelta al mundo y puesto a bailar a más de una generación.Jorrín, nacido en la localidad pinareña de Candelaria, y criado en la barriada habanera de El Cerro, otrora asiento de ricos hacendados, era graduado del Conservatorio Municipal de La Habana cuando emprendió su camino profesional en la Orquesta del Instituto Nacional de la Música, dirigida por el Maestro González Mántici.El Maestro se inspiró en una muchacha que un día pasó ante él y un grupo de hombres que conversaban en la esquina de las calles Infanta y Sitios. Ante el desprecio con que la muchacha les miró, uno de los admiradores le dijo: Tanto cuento y cuando viene a ver es de goma. En otra ocasión en que Jorrín se encontraba en el desaparecido salón de bailes situado en la esquina de Prado y Neptuno entró una muchacha delgadita, pero que ostentaba un voluminoso trasero. Enseguida le pasó por la mente la pregunta: ¿Esta será otra engañadora? ¿Usará postizos?Y Jorrín creó, en aquel año de 1953, la pegajosa partitura que fue el primer chachachá conocido. Ese ritmo, bailado en pareja, causó furor a nivel internacional, y la América se convirtió en una de las bandas musicales emblemáticas de los años 50. Después, el músico fundaría su propia orquesta.En cuestión, La Engañadora decía en su letra:
“A Prado y Neptuno/ iba una chiquita/ que todos los hombres la tenían que mirar/ Estaba

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