sábado, 27 de diciembre de 2008

El Cura Del Pueblo




El Cura del Pueblo
Herminio Huerta. 27/12/2008






En el Pueblo de Alacranes Don Remigio era el párroco. Venido de Andalucía, con la eclesiástica misión de convertir a los infieles en fieles seguidores del evangelio.
Como todo cura de pueblo era bonachón, colaboraba en todas las tareas que se presentaban. Para él no había imposibles. Techaba un bohío o asistía a un parto, si el enterrador del pueblo no estaba El padre después de bendecir al muerto, el mismo lo enterraba.
En las elecciones todos los habitantes del pueblo corrían a la iglesia para que el curita los aconsejara por quien botar los políticos del pueblo se volvía más católico y competían a ver quien daba una limosna más jugosa.
En fin Don Remigio era una de las personas más influyente en Alacranes, a veces impartía justicia, cosa que disgustaba mucho al juez, pero el cura no hacía caso a su reclamo ya que el juez le decía
-Mire usted, señor cura yo represento a la justicia basada en la constitución y en los honorables magistrados de la república.
-Mire usted señor juez. Le contestaba el cura. –Si yo le doy las quejas a mi jefe, usted, la justicia y los honorables magistrados se van para el infierno. Que le parece?
En los pueblos de campo hay dos autoridades principales El cura y la Santera, después le sigue el alcalde, el juez y el cabo de la guardia rural.
Pero hay una persona a la cual se teme. Al barbero. Este personaje se sabe la vida del pueblo, claro la barbería es lugar de reunión allá van todos a contar las ultimas noticias, la diferencia entre el barbero y el cura es que los dos saben muchos chismes, el barbero por que le cuentan y el cura por que se confiesan. La divergencia es que el barbero puede regar un chisme y el cura no.
La mano derecha de don Remigio era Tomasino el monaguillo. Muchacho pícaro y avispado que además de tomarse el vino de la iglesia era el confidente y autor de todas las cosas escabrosas que había que hacer que el cura por su investidura no le era posible, lo que llamamos los trabajos sucios.
Todo el medio-día, Tomasino se paraba en la puerta de la iglesia para ver a las jovencitas que volvían de las clases Don Remigio al lado de él se divertía de ver le al muchacho la cara que ponía cuando pasaba la hija del juez la muchacha que sabía que era bonita cuando veía al monaguillo se contorneaba mas le lanzaba miradas y sonrisas picarescas al pobre muchacho que se derretía como un helado a las 12 del día en el parque central.
-No es bonita padre. Decía Tomasino, al tiempo que la saludaba penosamente con la mano a medio esconder con la sotana.-No es hermosa?
-Pues no sé.
-Como que no sabe, dijo el muchacho.
-Tomasino yo hice votos.
-A padre, usted sabe cómo se manejan acá los votos.
-No ese tipo de votos, contesto el cura riéndose.
-Bueno, pero esta divina esa niña y no parare hasta casarme con ella.
-Pero tú no te ibas a hacer cura Tomasino?
-Si padre…. después.
El cura lo miro le dijo bueno ya la viste, vamos adentro que te necesito para un trabajo extra eclesiástico.
Entraron a la sacristía el padre le da una nota diciéndole –Llévala a Concha y dile que ya hice los baños.
-Los baños?. Dijo el muchacho.
-Si es para la artritis.
-Y Concha es medico?. Pregunto. Yo creía que era santera.
-Al lechero no lo mataron por echarle agua a la leche, si no por contarlo.
--Punto en boca Tomasino. Valla y cumpla lo que le dije.
-Tomasino fue a casa de Concha, no sin antes pasar por la casa del juez a ver de lejos a su bella princesa. Al llegar estaba Concha en la sala sentada en esos balances que no faltaban en nuestras casas coloniales que aún se conservan. Era una morena ya mayor pero todavía conservaba esa belleza de la criolla cubana. Vestida de Blanco en su cabeza un pañuelo a modo de turbante y en su cuello varios collares de colores.
-Que te trae por acá? Pregunto.
-El padre le manda esto y dice que se hizo los baños.
-Ahh. Dile que aquello ya se fue. Que no lo va a molestar más.
-Que es aquello? Pregunto el muchacho.
-Al lechero no lo mataron por……-Si si Ya se. Interrumpió. –Estaba estafando a las vacas
-Concha sonrió. Y dijo, antes de irte te doy un consejo.
-No te casaras con la hija del juez.
-Usted es adivina. –Se lo dijeron los santos?
-No. Yo tengo los pies en la tierra y mujer rica no se casa con pobre.
Tomasino la miro, quedo pensando le contesto con rabia.
-Pues si es necesario yo estoy dispuesto a volverla pobre…
Y con la misma viro la espalda y se fue a la iglesia.
-Que tienes Tomasino. Le pregunto el padre al llegar el muchacho.
-Nada padre cosas del corazón que ustedes los curas no entienden. Y dice Concha que ya lo suyo se fue.-Que es lo que se fue Padre?
-Cosas que los monaguillos no entienden. –Vete y quita el polvo que esta al empezar la misa de la tarde.
Los días transcurrieron como siempre en el pueblo, uno que otro chisme, ya que esa era la diversión, después de escuchar en la radio la novela Palmolive con Raquel Revuelta y Manolo Coego. No había nada más que hacer, solo esperar al domingo para ir al cine. Pasearse el sábado por el parque, mientras la orquesta municipal tocaba un danzón en la glorieta alrededor del parque se formaban dos filas. Por la parte de adentro iban las muchachas y por fuera pero en dirección Contraria los Muchachos.
A la tercera vuelta si un muchacho veía que simpatizaba a alguna dama, cambiaba de dirección y se unía al grupo donde estaba la muchacha, claro grupo, porque una muchacha no paseaba sola por el parque. Toda esta ceremonia era seguida por la vista inquisidora de las madres que se sentaban en los bancos de la orilla del parque en grupos de chaperonas amigas, como si fuera un tribunal, para analizar con quien paseaba su hija. Como si ellas nunca hubieran dado la vuelta al parque cuando eran jóvenes.
El pobre de Tomasino después de darle veinte vueltas al parque y gastar la suela de los zapatos se retiraba a su habitación triste.
Una mañana llego Tomasino Corriendo-Padre, Padre.
-Que tienes hijo.
-Que la hermana del alcalde viene de la Habana y dicen que es Hermosa.-Y? contesto Remigio.
-Que es bellísima, tiene como 23 años y estudia en la Habana.
-Bueno Tomasino, bienvenida sea
Cierto es que Don Remigio tenía fama de ser muy enamorado como buen Andaluz. Pero nunca se le supo de una aventura amorosa ni de tener romances ni hijos escondidos, solo lo delataba un brillo malicioso en los ojos cuando le gustaba una mujer. Pero de que era respetuoso, de eso daba fe el barbero y las chismosas del pueblo.
En la tarde como siempre estaban Don Remigio y Tomasino parados frente a la iglesia para entretenerse hacían comentarios de los que pasaban.
-mire padre, el boticario.
-Si me debe diez padres nuestros.
-Padre la mujer del juez. Mi futura suegra. Susurro poniéndose la mano en la boca.
-Desde semana santa no se confiesa…En que Andará?
De pronto una silueta se acerca hacia ellos. No era del pueblo. Era una mujer muy bella trigueña con un cuerpo escultural un vestido que dejaba ver el escote y parte de la espalda. Con un perfume de la capital tal vez francés, aunque sea hecho en Guanabacoa, pero era una esencia no conocida por aquellos lugares, de piel muy blanca y una sonrisa de marfil.
Se acerco a ellos tomando la mano de don Remigio con las dos suyas. Y apretando al mismo tiempo que jugueteaba una suave caricia. Miro al cura y le dijo.
-Soy Elena, la hermana menor del alcalde. Estoy impresionada ! -No sabía que el padre del pueblo era tan apuesto.
Ella no soltaba la mano del cura el quedo mudo. De pronto ese brillo que lo delataba ante una mujer hermosa.
Los segundos parecían horas, quedaron frente a frente, los dos, mudos.
Tomasino se acerco al cura susurrándole en voz baja.
-Padre, si la sotana fuera de bronce...Tremendo Campanazo!

1 comentarios:

Anónimo dijo...

muy bueno

 
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