jueves, 18 de diciembre de 2008

Domitilo y los Espiritus



Domitilo y los Espiritus.
Herminio Huerta
18/12/2008
Para Moniquita, Gaby y Adrian











Por allá en el pueblo de Candelaria en Pinar del Rio, vivía Domitilo. Hombre de campo muy trabajador, pero poco creyente. Su mujer Solinda, esa si era creyente, creía en todo lo que podía ocurrir. –No pases debajo de una escalera. –Cuidado con el gato negro, -Toca madera. Ya Domitilo estaba cansado de las supersticiones de su mujer.
-Mira mujer. Decía Domitilo. Lo único que existe es lo que vemos.-Los espíritus no existen, es producto de tu imaginación.
Todos los días Solinda ponía el radio y un vaso de agua encima del aparato y se sentaba para oír el programa de Clavelito, que si ustedes recuerdan comenzaba con una decima:
Pon tu pensamiento en mí.
Y harás que en este momento.
Mi fuerza de pensamiento.
Ejerza el bien sobre ti.
Terminaba Clavelito de cantar y Solinda se empujaba el vaso caliente de agua. Clavelito era un cantante decimista desconocido, hasta que invento poderes curativos con el vasito de agua calentado con el calor que despedían aquellos radios de bombillos, que se ponían al rojo vivo después de media hora de curaciones, decimas y lecturas de cartas de gente inocente que creían que con contarle a Clavelito, el mentalmente les resolvía sus problemas, amorosos (casi siempre). No recuerdo haber conocido a ninguna persona que se haya curado con el vasito de agua. Pero cierto es que Clavelito fue muy famoso y al medio día podías caminar por las calles y escuchabas el programa en todas las casas. Claro en aquella época no había apagones.
Un día Domitilo, estaba en la vega de tabaco y escucho una voz que le decía al oído. –Casino del Capri 26 negro!
Domitilo miro a su alrededor y no vio a nadie, solo el murmullo adormecedor de las hojas del tabaco movidas por la brisa.
De vuelta a la casa iba por la vereda y volvió a escuchar. –Casino del Capri 26 negro.
-Mira, dijo Domitilo. Quien quiera que sea no estoy para bromas. Vete al diablo. De pronto se escucho una risa que envolvió el lugar. Silencio, no se oía ni el aire. Domitilo noto que los arboles se movían empujados por el viento, pero no oía el ruido de las ramas, sintió que se le ponía la carne de gallina, pico espuelas y salió bolado en su caballo hacia el pueblo como alma en pena.
Al llegar a la casa venia pálido y el rostro desencajado. –Que te paso, dijo solinda, alcanzándole un vaso de agua junto a una tacita de café acabado de colar, solo así fue cuando le volvió el habla y le conto a su mujer lo que le había pasado,
-Eso es un espirito, dijo solinda persignándose, hay mi madre Domitilo hay que buscar una santera.
Espera mujer, que de pronto yo escuche mal.
-Y el silencio del monte, eso no es un radio que tu le quitas el volumen, esas cosas solo son apariciones. Si no quieres ir a una santera le escribo a Clavelito.
-No, no mujer solo me faltaba que toda Cuba se entere que me salió un muerto. –No, por lo que tu más quiera, a Clavelito, no.
Esa noche, se acostaron tarde pues no podían dormir por el susto. Solinda prendió una vela, y puso un vaso de agua debajo de la cama.
La noche era fresca y el canto de los grillos se mesclaba con el ruido del follaje movido por el viento, de pronto, la voz.-Capri 26 negro.
De un salto Domitilo quedo parado junto a la cama y vio que solinda se tapaba la cabeza con la sabana y temblaba. –Lo oíste, dijo Domitilo. -Siiiii, dijo temblando Solinda.
-Entonces?
-Hay Domitilo eso es un espíritu, mañana voy a una santera.
Ya de día y sin poder dormir, salió Domitilo para la vega, no sin antes, darse un baño de agua con albahaca, que Solinda le preparo y en su bolsillo metió un pedacito de Palo Vencedor. Claro Domitilo no era creyente, pero el susto era mucho.
Solinda fue al pueblo a casa de Evangelina, una señora negra que era santera y muy querida y respetada en el pueblo. Evangelina era descendiente de antiguos esclavos y tenia poderes curativos, mas de una vez salvo a mujeres en partos muy difíciles, curaba torceduras de patas, dolores de la columna, fiebres y hasta el sarampión una vez le curó a la mujer del alcalde.
El médico quedaba lejos, y muchas veces no llegaba a tiempo, por eso Evangelina era la persona llamada a ayudar. Solo el cura del pueblo era el que no creía en ella, pero dicen las malas lenguas que de vez en cuando Evangelina le hacia un despojo.
Solinda llego y le conto lo que les estaba pasando. Evangelina tiro los caracoles hecho una bocanada de humo, miro a Solinda y dijo.
-Es un espíritu de un jugador, Capri es un cabaret que queda en la Habana y el 26 negro es un número a jugar. – Y ese señor puede comunicarse con usted? Pregunto Solinda.
-No. El era un vicioso al juego y murió por eso. Yo con esos espíritus, nada que ver. Solo te puedo ayudar para que coja luz y los deje tranquilos.
Al regresar Solinda ya estaba Domitilo en la casa. Oíste otra vez la voz? -Tres veces. Contesto él.
Solinda le conto lo que le había dicho Evangelina. Domitilo quedo pensativo y dijo -Y si tiene razón.
-Quien. Evangelina, dijo ella.
-No mujer el espíritu, de pronto es una señal para que juguemos y nos va a dar una fortuna.
-Vamos a recolectar todo el dinero que podamos, vendemos la vega, la casa y hasta el caballo. Nos vamos para la Habana y jugamos el número. Quien quita que esa sea la suerte que hemos estado esperando. No se hable más, Manos a la obra.
Aquello se volvió una obsesión, vendieron todo. Y planificaron su viaje, la voz continuaba y cada vez más seguido.-Capri 26 negro, Capri 26 negro.
Llegaron a la Habana, ellos y la voz. Era el atardecer ya se veían las luces de los edificios y de los carros, se oía la música de los centros nocturnos.-Castellano que bueno toca usted! El Beni. –No puedo ser feliz! Bola…Y así Domitilo y Solinda Caminaban por el vedado acompañados de la voz que cada momento era más eufórica.-Capri 26 negro, y ya aquello era tan seguido que parecía el estribillo de un son montuno.-Capri 26 negro. Capri 26 negro.
-Estas contento? Dijo Domitilo, -Mas contento voy a estar yo cuando gane.
-Sí, replico Solinda. Porque después que vendimos todo…..
-Calma mujer, esto es al seguro esa gente no falla.-Oye voz vamos a cantar.-Capri 26 negro.
Y así Domitilo y Solinda llegaron al Capri, Cantando los tres, 26 negro.
Domitilo que no conocía eso de la ruleta se asesoro con un empleado el cual le explico como jugar. Le dijo –Cuanto va a jugar el señor?
-Todo al 26 negro.
-La ruleta empezó a girar. Y un coro muy bajito formado por Domitilo, Solinda y la Voz, repetían con cada vuelta de la ruleta. 26 negro. 26 negro. 26 negro.
Al fin la ruleta se detiene, la bolita rueda y cae en una entrada. Se oye la voz del diler que canta 32 Rojo.
Domitilo y Solinda, quedaron pálidos y mudos, se miraron y de pronto se oyó la voz:

-Coño me equivoqué otra vez!

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